viernes, 6 de noviembre de 2009

Todas tenemos un Orlando en casa

Después de casi once años de vida en común, nueve de matrimonio y habiendo engendrado un hijo (y más de una docena de otros potenciales) aprobé el examen de confiabilidad. Mi marido abrió una cuenta de banco y me puso de cotitular.
Hete aquí que recibí un hermoso kit conteniendo un portadocumento símil cuero con varias tarjetas de débito y crédito de muchos colores y tamaños. Lo abrí y adentro había dos plásticos a mi nombre (y cuatro al suyo, pero bueno, esto es anécdotico). Decidí estrenar una de ellas dándome un gustazo. No señoras, no me fui al Dot, agarré la boletita de ARBA y me subí al auto. Cuando llegué y vi que la fila para pagar era más larga que la de Ticketek el día que salió a la venta AC/DC dije ni en pedo. Me puse a elucubrar la ingeniería financiera: "hago pago telefónico, uso mi tarjeta de antes, saco el efectivo de la cuentra de los dos, lo encanuto en algún lado para no gastarlo" etcétera etcétera y me paro enfrente al cajero. Ingrese su PIN - XXXX - seleccione el monto de la extracción - $20 - presione aceptar si es correcto - sí, total es para probar si me toma el código, si anda saco el resto - ok - usted no posee fondos suficientes para realizar la operación.
Bue, no estará habilitada todavía, pienso, poniéndole buena leche al asunto, pero en el fondo de mi corazón sabía que no había error. Desea realizar otra operación? - sí - presione enter - consulta de saldo - caja de ahorro en pesos - ok.

Había $8,13.

Me voy a ahorrar los comentarios porque así como lo ven me compró esto . Y esto.

Y ahora no puedo parar de escuchar música.

Le perdono todo.
 

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