martes, 5 de octubre de 2010

Educar mujeres

Mucho se ha dicho y mucho se ha escrito sobre cómo educar a las mujeres a lo largo de los siglos. Y los avances han sido innegables, sobre todo si tenemos en cuenta que - hasta hace solamente unos pocos años- las mujeres ni siquiera se merecían saber leer. Pero acá no voy a hablar sobre eso. Por mí, que las mujeres lean a Bucay o a Sartre si les gusta, que estudien física cuántica, macramé o hagan un master en Negocios Internacionales, porque lamentablemente ninguna de esas aptitudes le va a asegurar el éxito en la vida. No señora. Así que si usted es profesional o tiene una personalidad proactiva e independiente, o si sacó el registro a los 18 años y ni bien pudo se compró un auto para no andar mendigándole nada a nadie, no lea este post. Menos que menos si en el reparto de maridos le tocó uno que le hace asco a la parrilla y no tuvo mejor idea que aprender a prender el fuego usted sola. Ni tampoco si es de las que se levanta de noche para atender a sus hijos mientras su marido ronca a pata suelta. Hágame caso, no lo lea. Le voy a amargar la existencia. Se va a enojar conmigo, yo sé lo que le digo.
Salvo que usted encuadre en alguno de estos estereotipos pero tenga hijas mujeres. Ahí sí, siga leyendo. Por más que usted se indigne, en el mediano / largo plazo le va a hacer un favor a sus hijas. Si lo que digo la indigna demasiado no se los diga tan abiertamente, plantéele los dos escenarios. Dígale: hija, la cosa es así. Vos después hacé lo que quieras, pero sabelo". Aunque hoy esas niñas tengan 3 años y estén disfrazadas de princesa. Déjelas. No les enseñe a hacer nada. Aunque hoy sienta vergüenza de género, hágalo por sus hijas. La mujer no necesita saber cocinar. Si aprende tendrá siempre la casa invadida por parientes que aplastarán el culo en las sillas durante 7 horas y ni siquiera levantarán un vaso. Que no aprendan a manejar tampoco. Siempre es mejor depender de alguien que las lleve. Ni se le ocurra mostrarles lo que es una escoba, o para qué sirve una plancha. Que no hagan deportes tampoco, para qué? Mejor ser una debilucha sin fuerzas para no tener que andar cargando las bolsas de supermercado sola. Incúlquele que es imposible hacer las cosas con una sola mano. Pero eso sí, téngalas siempre lindas, prolijas y enséñeles a sonreír. A defenderse solas no hace falta, a sonreír, así, con carita de nada. Y dígales que hay una frase que todo lo puede: Goooordiiii...me ayudaaaasss? así, con tonito cantor y la mejor cara de inocente posible. La van a pasar mejor, se lo prometo. Después no me diga que no le avisé.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Googleando googleando me vengo a enterar que lo que tengo parece que es la crisis de los cuarenta.
Con semejante golpe bajo al ego no sé como voy a seguir. Sépanlo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Anti consejos de belleza de igual a igual

Si la suerte te castigó con un vello facial digno de un travesti recién levantado y de repente te sobran unos morlacos para invertirlos en depilación laser, be aware de que los primeros días la piel va a quedar con alto chamusque. Además hay que dejar pasar un mes entre sesión y sesión y, si bien los pelos se te van a caer, siempre hay muchos que quedan y no deberás arrancarlos. Ergo, olvidate de la cera antes de tiempo: te afeitarás como si fueras tu marido.
Cuando te lavan el pelo en la peluquería usan el shampoo más ordinario del planeta. El secreto por el cual queda lindo radica en el brushing: el calor y la estirada que le pega el peinador te lo deja lisito como para publicidad de Pantene.
El esmalte que seca en 50 segundos, ese que solemos usar las que detestamos pintarnos las uñas, dura puesto a lo sumo dos días. Enseguida se empiezan a saltar los bordes. Pero nosotras, las cómodas, las que siempre tenemos ganas de pishar ni bien nos aplicamos la última capa y pertenecemos a la estirpe de las que nos suena el teléfono apenas terminamos de pintarnos, siempre tendremos el recurso de darle una pasadita por encima del esmalte viejo pensando que queda bien.
Una vez que se te cayó el culo no hay electrodo que valga. La endermologie es una porquería. A la histórica clase de Gimnasia Modeladora no hay con qué darle en cuanto a resultados.
La que es flaca es porque no come. Y no se discute.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Tres días son tres días. Porque tu personalidad se desdobla, de repente no estás en jogging en tu casa porque te subiste a un avión para tener un flashback de tu vida corporativa y, por primera vez en muchos meses, no llevaste zapatillas. Ni un miserable par. Allá lo lamentaste, no nos vamos a engañar: justo el día que terminaste temprano re daba para ir un ratito al gimnasio del hotel. Pero bueno, volviendo al tema, la llama está intacta, seguís estando entrenada para llegar, en punto y de punta en blanco, a las 8:30 al lobby de un hotel, los zapatos no te duelen y le podés pegar derecho hasta la fiesta de la noche sin que se te note el cansancio. Tampoco se te fue el gustito por dormir sola, qué tanto...ese nunca lo vas a perder. Ni en tus mejores épocas de recién casada le hiciste asco a la cama King para vos sola, ni a la exclusividad del baño ni a la supremacía sobre el control remoto. Ni que hablar de la falta de ronquidos nocturnos, o a saber que nadie va a gritar "mamá" de madrugada por un tiempo. Tampoco perdiste la adrenalina que sentías al poner la tarjeta en la puerta para descubrir como será la habitación donde pasarás tus próximas noches. Igual se duerme raro porque hay ruidos nuevos a los que hay que acostumbrar el oído. Pero quién te quita lo bailado...tres días sin juntar ni una toalla del piso, sin lavar los platos, sin discutir con nadie, sin levantarte 6:30, sin cocinar, sin hacer las camas, sin pelear con ningún niño. Y sin usar zapatillas.

martes, 31 de agosto de 2010

Santa Rosa de Lima

Estaba cocinando y el Ipod le regaló el playlist aleatorio más lindo que alguna vez hubiese podido armar sin ayuda. Su hijo jugaba solo y por un largo rato no le pidió nada. Terminaba un día despejado y ventoso, de esos que te hacen tener el pelo lindo, entonces pensó que no va a llover. Increíblemente, quince horas después, el aire empezó a cargarse, el cielo se puso negro y algún refucilo perdido avisó que quizás en breve se vendría el mundo abajo.
Y ahora llueve, se puso oscuro como si fueran las siete siendo las once y media y después volvió a aclarar. Y trabajando desde casa se puede tener el beneficio de dejarse puestas las mismas calzas con las que se fue al gimnasio a las 8 y media "total me baño a la noche" para aplastar el laborioso traste en una silla frente a la notebook estratégicamente ubicada en la cocina y, entre llamado y llamado, entre mail y mail, poner un total de cuatro lavarropas, batir récords en litros de mate, hacer comida para mediodía y noche - tratando de calcular de más así sobra un poco para mañana - leer de ojito un libro online, y tratar de acordarse de poner pausa cada tanto porque queda poco serio atender el teléfono con ciertas canciones de fondo. Ni con el centrifugado.

viernes, 13 de agosto de 2010

Esta mañana Carrie Bradshaw del subdesarrollo se levantó a las siete, no se peinó, se lavó los dientes, se puso un jogging y empezó, ante la plena indiferencia del marido, a luchar para que el hijo se levante. Bajó a la cocina, puso el agua para el mate (en la hornalla, porque la pava eléctrica gotea y a raíz de esto Carrie contrajo un repentino miedo a la electrocución) subió otra vez, siguió llamando al hijo, lo vistió semidormido, le pidió unas 22 veces que hiciera pis, lo obligó a tomar un Actimel, le puso la campera y lo llevó al colegio. Volvió, se hizo el mate, dos tostadas, puso la radio, desayunó, vio salir al marido que le dijo "chau", subió otra vez la escalera, hizo las camas, levantó toallas tiradas, acomodó un poco y dijo "me voy a vestir". En vez de subirse a unos Manolos se calzó unas botas de la temporada 2008, y como en Argentina Vera Wang no existe se puso un sweater negro y un pantalón de outlet. Se maquilló un poco (lo lógico para las 9 AM), se acomodó el flequillo recién recortado que como todas sabemos tarda unos días en establecerse, agarró un abrigo y se subió a su poco glamoroso automóvil, se cagó de frío y volvió a la casa a buscar una bufanda. Llegó al microcentro, fue testigo involuntario de un pibe chorro intentando tirarse del techo de un edificio en pleno pasaje Carabelas, tuvo práctica de cabina, caminó ocho cuadras hasta una reunión de trabajo, salió, fue al Banelco, pasó por Farmacity y mientras iba rumbo al estacionamiento se metió en un quiosco para aprovisionarse. Porque así como en Sex&the City van por la calle comiendo cupcakes de Magnolia Bakery con el vaso de Starbucks en la otra mano, Carrie sudaca no quiso ser menos y se compró un Nescafé, un sandwich de triángulo y un huevo Kinder para el niño, y ahí sí, mientras el viento del Obelisco le pegaba de frente, cruzó la 9 de Julio con su bolsita de homeless, dándole sorbos al café y sintiéndose en la gloria.

domingo, 1 de agosto de 2010

Antes dormía como un ladrillo, profundo, inmóvil y de corrido. Ahora me despierto de nada y me desvelo fácil, me muevo todo el tiempo y sueño cosas raras. Se me tapa la nariz de madrugada y no puedo soportar no tener a mano las gotitas: necesito estirar el brazo y saber que están ahí, en el cajón, y encontrarlas sin prender la luz. No sabés el ruido que hago cuando me las pongo. Me gusta acostarme feeling drowsy y a veces tomo alguna cosita para provocar la sensación. Si no me lavo el pelo cada 24 horas exactas me siento fea. Me gusta bañarme de noche, no puedo meterme en la cama con toda la carga del día. No soporto que coman en mi cama (por más que sea suya también) ni que osen apoyar zapatos sobre ella. Menos que menos que se acuesten vestidos y se tapen. La cama King te aleja de tu pareja. La convivencia es pesada y es mágica, mirá vos, que no vivís conmigo. No tenés forma de saber tantas cosas sobre mí. Si me ves a la mañana, en pijama, con el buzo turquesa y los guantes de goma sencillamente te morís (de la risa o del susto). Si la tele sintonizara solo TCM podría soportarlo tranquilamente. En casa si estoy sola siempre hay música. Ah y en el auto también, encima canto mucho, pero cuando llevo gente me da cosa que piensen que estoy loca, aunque los que miran desde afuera no me importan, que se curtan, a mí me hace bien cantar. Y a veces pienso, me llueven ideas y cosas mientras manejo. O mientras me ducho. Y a veces me olvido. Y capaz que estaban buenas las cosas que pensé. Eso me da como bronca, si tuviera un grabador las grabaría. Soy madre culposa aunque no parezca. Hija culposa un poco, cada vez menos. Esposa culposa no, por motivos que no vienen al caso explicar ante tanta gente. A veces tengo miedo de terminar como Nurse Jackie. Nunca te lo dije?
 

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